Rejuvenecer:
Orar es una experiencia gozosa y enriquecedora. Al orar, nos volvemos conscientes de la presencia de Dios, y abrimos nuestros corazones a una experiencia sagrada y revitalizadora. Encontramos refugio del mundo externo en este sito sagrado en nosotros, y todas nuestras preocupaciones se desvanecen.
Toma tiempo ahora para descansar y aquietar tu mente en el santuario de la oración:
Querido Dios, en comunión sagrada, acudo a Tu presencia en mí la cual me sana y renueva. Tu espíritu de amor y paz fluye en mí y en mi vida y todas mis relaciones personales.
Qué paz más profunda siento en Tu presencia, querido Dios. Contigo, sé que todo está bien en mi vida y en el mundo. Toda criatura viva, toda creación, está bajo Tu cuidado tierno y amoroso.
Tú eres la expresión de orden que reina en todas partes del universo, y sé que Tu amor envuelve todo. Al contemplar eso, siento serenidad.
Gracias, querido Dios, por esta serenidad preciosa. La paz, dulce paz, fluye por todo mi ser, y me complazco en el gozo que me ofrece este momento de oración silenciosa...
Dios es mi luz y fuente infalible de guía en todo momento.
Dios, Tú eres la luz en mi camino. Cuando necesito guía, acudo a Tu presencia en mí la cual llena mi mente de discernimiento e inspiración. Tu luz me guía, y tomo decisiones que me llevan a experiencias satisfactorias.
Me conforta saber que, sin importar la decisión que tome, Tu luz infalible ilumina mi camino.
Contemplo ahora la senda iluminada delante de mí al acudir a Ti en el silencio de la oración...
Me uno a la vida sanadora de Dios y me renuevo en mente y cuerpo.
Consciente de nuestra unidad, Dios, sé que Tú eres la fuente de todo ser, de toda vida. Tu presencia me consuela. Tu vida me llena y fluye por todo mi ser, sanando mi mente, mi cuerpo y mis emociones.
Me veo en la luz espiritual de la verdad y sé que la vida que me anima es Tuya. Consciente de esto, manifiesto salud perfecta.
La salud es mía por medio de Tu presencia amorosa, querido Dios, y doy gracias al volver al silencio de la oración...
La presencia de Tu amor me prospera y bendice.
Descanso consciente de Ti, Dios, y veo la naturaleza infinita de Tu ser, la cual incluye provisión abundante. Recibo todo lo que necesito por medio del fluir eterno de Tu sustancia.
Dios, Tú eres mi fuente ilimitada y Tu amor todo proveedor me bendice. Veo la abundancia de Tu amor por todas partes, y confío en Tu amor eterno.
En este momento callado de oración y meditación, doy gracias por Tu abundancia...
La presencia de Dios me llena de gozo.
Querido Dios, me maravillo de cuánto significas para mí. Tu presencia amorosa es mi paz. Tu luz resplandeciente es mi guía, Tu vida divina es mi salud, y Tu sustancia infinita es mi provisión.
Pero más que eso, Dios, aprecio mi unidad contigo. Sabiendo que Tú y yo somos uno, me lleno de gozo y satisfacción. Contemplando esta maravilla y felicidad, descanso una vez más en el silencio de la oración...
Al poner fin a este tiempo sagrado de oración y meditación, doy gracias por mi unidad con Dios y por Su actividad amorosa en mi vida. Concluyo estos momentos sagrados orando la “Oración de protección”:
La luz de Dios me rodea; el amor de Dios me envuelve; el poder de Dios me protege; la presencia de Dios vela por mi. ¡ Dondequiera que estoy, está Dios!
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Hace 3 años
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