16 de marzo del 2009
“Dios es mi todo; voy sin temor.”
Protegido
Tal vez escuche el pronóstico del tiempo antes de salir de mi casa. Entonces, sin importar la estación, sé cómo vestirme para estar cómodo y protegido.
En las diferentes estaciones de la vida, cualquiera que sean los retos que puedan surgir, escucho a medida que Dios me provee con la guía y protección perfectas para lo que es necesario. Recuerdo esto al mantener las palabras de la “Oración de fe” en mi mente y corazón:
Dios conmigo anda y es mi guía
cada minuto de este día...
Dios es mi todo; voy sin temor
bajo las alas de Su amor.
“Por eso mi casa está firme en Dios;
pues ha hecho conmigo un pacto eterno,
bien ordenado en todo y bien seguro,
aunque todavía no haya hecho él florecer
toda mi salvación y mi deseo.”
—2 Samuel 23:5
Libero la alegría de mi alma al medio ambiente.
Risa
Se dice que, en promedio, los niños se ríen hasta 300 veces al día, mientras que los adultos sólo lo hacen 15 veces. En realidad no hay límite de edad para la risa.
Si quiero sentirme y verme más joven, es natural que parte de mi rutina diaria sea reír más. La risa ejercita los músculos de la cara, el pecho y el abdomen. Una risa sincera estimula el ritmo del corazón, hace que respire más profundamente y libera endorfinas, que son hormonas que causan felicidad.
La risa es una de las maneras en las que expreso mi gratitud a Dios. Al reír, libero la alegría de mi alma al medio ambiente, creando algo que es bueno para mí y para quienes están a mi alrededor.
“Entonces nuestra boca se llenó de risa
y nuestra lengua de alabanza.
Entonces decían entre las naciones:
‘¡Grandes cosas ha hecho Jehová con estos!' ”
—Salmo 126:2
El amor divino me sana a medida que fluye de mí.
Perdonar
De niño, adquirí habilidades y adopté hábitos que continúan siendo de gran valor para mí como adulto. Al decir “gracias”, expreso mi aprecio por los demás. Sé que la manera más segura de hacer amigos es ser un amigo. Comprendo que decir “lo siento” y aceptar las disculpas de los demás son actos de amor que bendicen a quien lo da y a quien lo recibe.
Al perdonar, no acepto ni disculpo mi comportamiento negativo ni el de los demás. Ofrezco otra oportunidad para mejorar nuestra relación personal. Permito que el amor del Cristo en mí se presente y comparto esta bendición con otros. El amor en mi corazón me sana a medida que fluye hacia otros.
“Entonces se le acercó Pedro y le dijo: —Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete? Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete.”—Mateo 18:21-22
Algo bueno está sucediendo y lo acepto ahora.
Dejar ir
Mi paciencia inspirada en Dios permite el desenvolvimiento de mi mayor bien. No sólo espero que algo bueno pase. Sé que algo bueno está sucediendo y estoy listo para aceptarlo. Otra manera de describir mi paciencia es dejar ir la preocupación e inquietud y permitir que Dios exprese sabiduría por medio de mí. Con esta combinación de dejar ir lo negativo y aceptar lo bueno, reconozco las mejores opciones o consideraciones.
Al dejar ir y dejar a Dios actuar, no reacciono ante una situación; respondo partiendo desde el Espíritu en mí. Tranquilo y en paz, hago lo que tengo que hacer. Hago espacio para que los demás hagan lo que deben hacer. Esto abre el camino para una solución divina.
“Por tanto, hermanos, tened paciencia hasta la venida del Señor. Mirad cómo el labrador espera el precioso fruto de la tierra, aguardando con paciencia hasta que reciba la lluvia temprana y la tardía.”—Santiago 5:7
Logro mis metas con fortaleza y entusiasmo.
Logro
Toda la abundancia de una nueva estación de crecimiento quizás no sea evidente todavía; sin embargo, a su tiempo lo será.
De igual modo, los resultados de todo el tiempo y la energía que he puesto en el logro de una meta puede que no sean evidentes todavía, pero mantengo mi atención centrada en ella. Lleno de la energía de la presencia de Dios, tengo la fortaleza necesaria para alcanzar aquello que me he propuesto lograr.
Con la misma seguridad que la estación de nueva vida se desenvuelve, así también lo hace mi potencial de romper cualquier barrera. Entonces mis metas se hacen realidad, revelando los resultados de mi obra de inspiración divina.
“Porque de por sí lleva fruto la tierra: primero hierba, luego espiga, después grano lleno en la espiga; y cuando el fruto está maduro, en seguida se mete la hoz, porque la siega ha llegado”.
—Marcos 4:28-29
Con cada pensamiento y oración por ti, te veo saludable, feliz y próspero.
Orar por otros
Bien amado, oro por ti sabiendo que la presencia de Dios te bendice continuamente, que eres sano, fuerte y seguro de ti mismo. Con amor y cuidado infinitos, Dios te creó con una luz interna de sabiduría y discernimiento que te guía continuamente.
La luz divina te guía dondequiera que estés, en todo lo que hagas. Al dirigir tu atención a esta fuente todopoderosa de iluminación, recibes comprensión y guía infinitas con respecto a cada detalle de tu vida.
Te mantengo en mis pensamientos. Te veo radiante con la luz de Dios, la luz que te guía al relacionarte con las personas a tu alrededor en un espíritu de amor y sabiduría. Con cada pensamiento y oración por ti, te veo saludable, feliz y próspero.
“Pondré mi espíritu en vosotros y viviréis, y os estableceré en vuestra tierra. Y sabréis que yo, Jehová, lo dije y lo hice, dice Jehová.”—Ezequiel 37:14
Tengo fe en Dios para los resultados perfectos en mi vida y en el mundo.
Fe
La abundancia del amor de Dios alimenta mi fe. Lleno del amor de Dios, expreso mi gratitud por la bondad de todas las personas. Doy gracias por amigos amorosos y colegas que me rodean con cariño y apoyo en todas las circunstancias.
Con fe en el resultado perfecto, entrego cada reto a Dios en oración. En el silencio, escucho el silbo apacible y delicado en mi corazón y mi fe se rejuvenece. Al celebrar las experiencias que me han hecho hacer surgir mayor fortaleza, mi fe profunda y moradora inunda toda área de mi vida.
Al avanzar con fe, pongo mi vida y mi mundo al cuidado de Dios. Con Dios, ningún reto es demasiado grande y ninguna tarea demasiado desalentadora. Mi fe en Dios no tiene límite.
“Si tuviera profecía, y entendiera todos los misterios y todo conocimiento, y si tuviera toda la fe, de tal manera que trasladara los montes, y no tengo amor, nada soy.”—1 Corintios 13:2
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