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viernes, 17 de octubre de 2008

Swami Sivananda...



Swami Sivananda
India, 1887-1963


La materia y el espíritu
El universo entero es el cuerpo de Dios. Todo este mundo es Dios o el macrocosmos (Virat Suarupa). Éste no es un mundo de materia inerte, sino que es una Presencia viva. Es una manifestación del espíritu.

El error fundamental de todas las épocas ha sido creer que el mundo espiritual y el material estaban separados. El espíritu y la materia no son distintos ni separables.

La materia es el Espíritu percibido a través de los sentidos. La materia es el Espíritu manifestado. Es el Espíritu en movimiento. Es el poder del Señor. Es el aspecto dinámico del Señor estático. El mundo es una expresión de Brahman, o lo Absoluto.

Este mundo es una sombra de Brahman. Es la abundancia de la dicha de Brahman. Es una emanación, una manifestación, un reflejo de Dios. El mundo abunda con el esplendor, la gloria y la grandeza de Dios.

Dios es la luz única que brilla en las distintas formas. Es la voz única que habla en los diversos idiomas. Es la vida única que vibra en cada átomo del universo.

Dios lo llena todo. Todas las cosas Lo contienen plena e igualmente. El mundo es un juego de Dios. Dios es la trama o la urdimbre que conforma este mundo.

De igual modo que no hay diferencia entre el oro y el ornamento, no existe diferencia entre Dios y el universo. Dios es quien paladea, siendo, a la vez, Él mismo lo saboreado.

El mundo no es distinto de Dios. Éste se halla dentro y fuera de todas las cosas. No hay lugar en que no esté. Todo es Dios y nada existe sino Él.


¿Es el mundo irreal?
En realidad, el mundo no existe. Es una mera apariencia, como la cuerda confundida en la oscuridad con una serpiente. Todos los nombres y formas son irreales, como una sombra, o como el agua en el espejo, o como el azul del cielo.

La irrealidad del mundo es lo verdadero en último análisis. Sin embargo, desde el punto de vista de la existencia relativa, uno no puede negarlo. Desde el punto de vista empírico, parece bastante real.

Este mundo no es absolutamente irreal, puesto que lo experimentas y lo sientes. Tampoco es absolutamente real, puesto que se desvanece al alcanzar la sabiduría.

¿Para quién y cuándo es este mundo irreal? Sólo lo es para el sabio liberado. Pero es una realidad sólida para el hombre mundano. Sólo cuando te despiertas te parece el sueno irreal; pues mientras sueñas, te parece bastante real.

¿En qué sentido es este mundo irreal? ¿Lo es como el cuerno de una yegua, o corno el hijo de una mujer estéril, o como el loto en el cielo? No, sólo que no es tan sólido o real como Brahman. Comparado con Él, es irreal. Es una mera apariencia.

La creación es la apariencia del Señor, quien es uno, corno lo múltiple. El Atman, que es único e inmutable por naturaleza, parece haber asumido incontables formas. Brahman, o lo Absoluto, Se manifiesta como el universo a través de las formas.


El enigma del mal
Este mundo es la revelación de Dios. Su dicha o felicidad asume todas estas formas.
Toda vida es igual. El corazón universal late hasta en la más minúscula manifestación de vida. El Señor alienta en toda vida.

De igual modo que un solo hilo penetra y reúne a todas las flores que forman la guirnalda, un mismo Ser penetra e impregna, asimismo, todos los seres seres vivos. Contempla a este Ser único en todo. Sirve a todos. Ama a todos. Sé amable hacia todos. Abandona la idea de la diversidad.

El mundo no es bueno ni malo. Sólo la mente crea el bien y el mal. Sólo el pensamiento diferencia.

Para el bueno, el mundo está lleno de bondad. Para el malvado, el mundo está lleno de maldad.

El mal no está en el mundo; sólo existe en la mente. El hombre ve tan sólo el reflejo de su propia mente. Si te vuelves perfecto, el mundo te parecerá bueno.

Contempla siempre al Señor en todo. No verás entonces ningún mal. Verás el bien en todo y hallarás la paz.


La unidad de la existencia
Una misma Alma mora en todas las cosas. Hay una sola humanidad. Hay una sola fraternidad. Hay un solo Atman. Nadie es superior ni inferior. Todos somos iguales, Las distinciones son vanas. Las barreras, creadas por el hombre deberían ser destruidas sin piedad. Sólo entonces habrá paz en este mundo.

Existe una única casta, la humanidad. Existe una religión única, la del amor. Existe un único mandamiento, el de la veracidad. Existe una ley única, la de causa y efecto. Existe un único Dios, el Señor omnipresente, omnipotente y omnisciente. Existe una única lengua la del corazón o del silencio.

Toda vida es una. El mundo es un solo hogar. Todos somos miembros de una sola familia humana. La creación entera es un todo orgánico. Ningún hombre es independiente de ese todo. El hombre se hace a si mismo miserable al separarse de los demás. La separación es muerte. La unidad es la vida eterna. Cultiva el amor cósmico. Inclúyelo todo. Abrázalo todo. Reconoce el valor de los demás. Destruye todas las barreras y todos los prejuicios raciales, religiosos y naturales que separan a los hombres entre sí. Reconoce el principio no dual, la esencia inmortal presente en todas las criaturas. Protege a los animales. Considera toda vida como sagrada. Este mundo te parecerá entonces un paraíso de belleza, un cielo de paz y tranquilidad.

Si un mismo Atman mora en todos los seres, ¿por qué odias a otros? ¿Por qué desprecias y te burlas de los demás? ¿Por qué les dices palabras tan duras? ¿Por qué tratas de controlar y dominar a los demás? ¿Por qué explotas a otros? ¿Por qué eres intolerante? ¿No es acaso todo esto muestra de tu propia necedad? ¿No es acaso todo esto muestra de tu propia ignorancia?

Aprende a vivir como miembro de una única familia. Defiende el ideal de una sola humanidad. Vive en paz en un mundo unido. Todos somos hijos de Dios. El mundo entero es la sola familia de Dios. Siente esto. Entiéndelo y sé feliz.

Contempla al Uno en todo y al todo en Uno. Siente: «Soy todo y estoy en todo.» Siente: «Todos los cuerpos son míos. El mundo entero es mi cuerpo y mi dulce hogar.» Siente: «Actúo a través de todas las manos. Como a través de todas las bocas.» Siente: «Soy el Ser inmortal, presente en todas las cosas.» Repite estas frases mentalmente varias veces al día. Repite Om mentalmente y siente la unidad de la vida o de la consciencia mientras juegues al fútbol o al tenis, mientras comas o bebas, mientras hables o cantes, mientras camines o te sientes, mientras te bañes o te vistas, mientras escribas una carta, mientras trabajes en la oficina, mientras respondas a la llamada de la naturaleza. Espiritualiza. Cada movimiento, acción, pensamiento y sentimiento, y conviértelos en Yoga.


El Yoga y la práctica de la religión
El Yoga es un esfuerzo consciente y prolongado hacia la autoperfección. El propósito del Yoga es aquietar la mente para que ésta pueda reflejar sin ninguna distorsión al Atman que se halla detrás de ella.

Refrena los sentidos. Controla la mente. Medita regularmente. Sé un Yogui. Vive la vida yóguica y propaga esta gran doctrina.

Has olvidado buscar en tu interior, observar tú interior, analizar tu interior, concentrarte y meditar, y por ello eres ignorante y estás perdido en la oscuridad.

Observa tu interior. Busca dentro de ti mismo. Trata de eliminar tus defectos. Éste es el verdadero Sádhana, o práctica espiritual. Éste es el Sádhana más difícil. Pero tendrás que llevarlo a cabo a toda costa. El desarrollo intelectual no sirve de nada; es más fácil.
Siéntate en la Biblioteca Nacional durante tres o seis años, dedicándote a estudiar un diccionario. Podrás desarrollar así tu intelecto. Sin embargo, la aniquilación de los defectos propios requiere un gran esfuerzo durante muchos años. Para ello hay que eliminar muchos hábitos negativos.

Hay grandes oradores que pueden dar conferencias durante una semana entera acerca de un solo párrafo, o Sloka, del Guita o de los Upanishads. Imponen respeto, pero no atraen al público, porque aún están llenos de defectos. No han llevado a cabo ninguna introspección. No han realizado ningún Sádhana riguroso para aniquilar sus defectos. Sólo han cultivado su intelecto. ¡Qué gran lástima!

La verdadera religión comienza donde cesa el intelecto. Un corazón impuro y un intelecto engreído no pueden entender el espíritu de la religión.

La religión es una manifestación del resplandor eterno del Espíritu en el interior del hombre. El principal propósito de la religión es el cultivo de la divinidad que existe en el interior del hombre.

La oración y la meditación son los grandes pilares de la religión. La vida de servicio desinteresado y de sacrificio, acompañados de oración y meditación diarias, constituye la forma más elevada de religión.

La práctica de la religión es la práctica de la rectitud, la bondad, la justicia, la veracidad, el amor y la pureza. El hombre recto es el hombre verdaderamente religioso.

Las notas más sobresalientes de la religión son: Sé bueno. Haz el bien. Sé puro. Sé amable. Sé compasivo. Sirve a todos. Ama a todos. Ve a Dios en todo.

Sólo la práctica de estos preceptos despertará al hombre a la consciencia de la unidad de la existencia y a la realización del Espíritu Divino que se halla dentro y fuera de todas las cosas.

La religión es la vida. La vida es sacrificio. Uno puede realizar meticulosamente los ritos religiosos y ser, sin embargo, antirreligioso en su corazón y en su conducta. La religión ha de ser una experiencia viva en la vida del hombre.

La religión hay que vivirla, no hablar acerca de ella ni demostrarla. La verdadera religión es la del corazón. Éste ha de ser purificado primero.

El Amor...


El Amor: Armonía en el Sistema
por Norberto Levy


"La amorosa presencia recíprocamente disfrutada es el mayor recordatorio que conozco del paraíso en la Tierra, y es también el mejor aliento para que el empecinado intento del amor de hacerse humano nos entregue a nosotros, pequeños y heroicos aprendices de esa partitura, la bendición de percibir, aunque sea en instantes, la belleza de la sinfonía que nos empeña".
Definiendo el AmorEn su dimensión más vasta llamamos Amor a la energía que ha creado el universo y lo hace funcionar. Es ese principio cohesivo que enlaza y articula todo lo existente."He visto el Amor que mueve al sol y las demás estrellas…" decía Goethe.
Desde este punto de vista Dios y Amor son sinónimos, y así como es imposible abarcar todos los atributos de Dios, también es imposible definir completamente al Amor a través de conceptos. Por lo tanto, lo que haremos aquí es aproximarnos a esa calidad de energía como el dedo que señala a la luna. Sabe que la apunta pero que no es ella.
Hecha esta salvedad podemos continuar diciendo que para acercarse al Amor en su dimensión cósmica tal vez sea suficiente con mirar una noche la vastedad del cielo estrellado……Y para acercarnos al amor en la dimensión humana es muy bueno observar simplemente nuestras manos. Cómo se relacionan entre sí mientras realizan las tareas del día: ponerse la ropa, abrochar un botón, preparar un café, etc. Todas las tareas. Observarlas con detenimiento y mirar la relación. Es verdaderamente maravilloso. Va a encontrar ayuda recíproca, ajustes continuos, acoplamientos precisos, sentido de equipo… Eso que verá entre ellas es la cooperación del amor.

En cada nivel el amor adopta la forma que le corresponde a ese plano. En el nivel personal el amor se manifiesta básicamente como respeto, solidaridad y cuidado, y según la circunstancia será amor pasional, fraterno o religioso, etc. Sea cual fuere la forma, la trama esencial de la experiencia del amor es la que surge del reconocerse como dos partes distintas de la misma unidad mayor. Lo mismo que ocurre entre las dos manos. Expresado con otras palabras: el Amor es la memoria que la Unidad tiene de sí misma en la diversidad.

El amor entre las personasEvidentemente entre dos personas no resulta tan fácil. La conciencia individual de cada uno parece borrar el reconocimiento de que son partes de la misma unidad y suelen percibirse sólo como individuos separados, extraños, y en ocasiones, además enemigos. En ese marco la llama del amor queda momentáneamente oscurecida y esa es precisamente la tarea humana: vivir una serie de experiencias que, por caminos muy diversos, van ayudando a recuperar de un modo conciente el mismo reconocimiento que, en forma automática, tienen las manos en tanto partes del mismo cuerpo. Es decir, que los seres humanos también somos células integrantes y además concientes, del gran organismo universal.


Amor y sacrificio: ¿existe alguna relación esencial entre ellos?Sacrificar es negar una parte en nombre de
un fin considerado más importante. El amor no busca el sacrificio. Busca el mayor bienestar posible, para la mayor cantidad de gente posible, durante la mayor cantidad de tiempo posible. En esta búsqueda pueden darse situaciones en las que alguna individualidad deba ser negada. Cuando se llega a ese extremo como, por ejemplo, el caso de alguien que da su vida para salvar otra, quien lo hace, si lo realiza desde el amor, no siente que se está sacrificando sino que está salvando.

Amor propioLo que llamamos «amor propio» u orgullo es una forma exagerada y distorsionada de intentar compensar la falta de amor hacia sí mismo: Si me descalifico y me reprocho en exceso, esa parte desvalorizada de mí vive en estado de maltrato crónico, como en «carne viva», muy hipersensible. Por lo tanto no tiene resto para absorber las frustraciones cotidianas y demanda un trato externo que compense ese déficit interior. Si en esas condiciones alguien me dice por ejemplo que algo de mí no le gusta, entonces «desborda la copa», me siento muy herido, me ofendo, me tenso y me cierro. A esa actitud es a la que llamamos orgullo.


Amor, Inteligencia y sabiduríaLa inteligencia es la capacidad de resolver problemas. El tipo de problemas que pueda resolver definirá cuál es la inteligencia que tengo: Si es filosófica, matemática, química, corporal o musical, etc.Si utilizo mi inteligencia en química para producir armas que destruyen a mucha gente, tendré una inteligencia química pero no una inteligencia que comprenda la cualidad unitaria que subyace en todo lo vivo y el rol complementario que cumplen todos sus componentes.
La sabiduría es, precisamente, el conocimiento vivencial profundo de dicha unidad. Dicho de otro modo, la sabiduría es el amor hecho autoconciencia. Es la energía del amor convertida en concepto, conocimiento, enseñanza.

Sabiduría en el conflictoUn conflicto es un vínculo en el que cada parte cree que la solución radica en la eliminación del otro: «yo estaré bien sólo si logro vencerlo o apartarlo». Esta es la esencia del conflicto tanto en el universo interpersonal como intrapersonal.
Un conflicto intrapersonal típico es el que se da entre los impulsos y la mente. El impulso dice: «Yo quiero expresarme, convertirme en acción, y tú, mente, no me dejas. Te la pasas calculando y anticipando y no me dejas vivir. Quiero eliminarte para poder ser feliz».
La mente responde: «Tú avanzas enceguecido y traes más problemas que otra cosa. Estoy harta de que te equivoques, te ilusiones, te engañen, y tener que pasarme la vida tratando de arreglar los platos rotos. Te voy a frenar como sea porque eres un peligro total».

Y así puede continuar largamente esta batalla con todo el daño y sufrimiento que acarrea hasta que alguien pueda devolver la armonía a ese sistema. Esa es la tarea de la sabiduría. Ella es la que puede reconocer la parte de verdad y de error que hay en cada antagonista y explicárselo a cada uno de ellos del modo en el que lo puedan entender. De esa forma contribuye a reconstruir el vínculo de complementariedad perdido entre los impulsos y la mente, ese vínculo en el que ambos se pueden volver a reconocer tan necesarios el uno para el otro como lo son las dos manos entre sí.
Los impulsos y la mente podrían compararse con el acelerador y el freno. Vistos en forma aislada parecen opuestos que se anulan uno al otro. Recién cuando se incorpora la imagen del auto en el tránsito es que se comprueba que son complementarios: Puedo acelerar porque cuento con el freno y viceversa.
Conectar con la unidad mayor que permite ver lo complementario que hay en lo aparentemente opuesto es lo que hace la sabiduría del amor.

Amar es darEsa es una definición tradicional del amar que es parcial y produce confusión porque asocia el amar a una acción y uno puede comprender mejor la calidad de esta energía cuando comprende que no es una acción particular sino una forma de llevar a cabo cualquier acción. Por lo tanto, hay un dar amoroso y también un recibir y un pedir amoroso. Cuando formulo mi necesidad y mi pedido de un modo que tiene en cuenta al otro y reconoce respetuosamente su derecho a decir que no, ese es un pedir amoroso.
Esta ampliación conceptual nos ayuda a comprender que tanto la actitud emisora como la receptiva pueden ser realizadas amorosamente. Es decir que el amor no es patrimonio de ninguna de ellas en particular.


Lo amoroso extendido a las emocionesPensemos en el enojo que parece una de las más alejadas del amor. Aunque resulte paradójico existe el enojo amoroso y es aquel que se expresa como autoafirmación clara que, sin agraviar, presenta con toda la fuerza necesaria qué es lo que propongo o reclamo que ocurra para que mi enojo pueda cesar. Dicho muy sintéticamente: El enojo no amoroso es aquel que destruye mucho y resuelve poco y por el contrario el enojo amoroso es aquel que orienta su energía hacia la efectiva resolución de lo que me enoja con el mínimo daño posible a los protagonistas de la situación.
Esto que describo para el enojo vale también para el miedo, la envidia, la vergüenza, etc. Cada una de ellas tiene una forma más o menos amorosa de expresarse. Ese es precisamente el tema de mi último libro: «La Sabiduría de las Emociones». Todos los estados emocionales tienen su opuesto… ¿el amor también lo tiene?
Como dijimos antes el amor es más que una emoción, es una calidad de energía y el plano emocional es sólo una de sus formas de manifestación. Dentro de esta forma, en un nivel sí tiene opuesto y en otro no. En un nivel más restringido, si el amor es lo que conecta y articula, los opuestos del amor son todas las fuerzas que obstaculizan ese proceso, y no es una sola la que lo hace, son varias: el odio, la indiferencia, el miedo y la dominación. Ese es el nivel de la dualidad de los opuestos, pero no es el único. Existe otro plano de conciencia, más expandido, desde donde el amor y el odio son sólo aparentemente opuestos pues ambos se revelan también como componentes de una unidad mayor que los abarca e incluye por igual. Y esa unidad mayor es el Amor, con mayúscula.

Puede resultar extraño, y también suele producir confusión que según el nivel que se considere, el amor sea un polo y también la totalidad que lo incluye como tal. Por este motivo es que suele utilizarse el término "amor" con mayúscula y minúscula como una forma de distinguir el plano que se describe.

Una idea que ilustra muy bien este tipo de relación entre dos niveles es la noción de «orden» y «caos». En un plano restringido ambos pueden funcionar como opuestos, pero desde una perspectiva más expandida, el caos se revela también como un momento más de un orden mayor. Es decir, el Orden -más vasto- incluye al orden -más restringido- y al caos como dos momentos de su devenir.
Otro ejemplo más de lo mismo está presente en la frase popular que dice: Dios escribe derecho en renglones torcidos... Dios escribe derecho... quiere decir: contemplando el conjunto, se hace evidente la presencia de la armonía, el equilibrio y el orden en la manifestación de lo creado. ...En renglones torcidos... alude a los desequilibrios temporales, a las vicisitudes circunstanciales de los procesos en curso. Esta frase presenta dos escalas de tiempo: el tiempo breve y el extenso. «El minuto» y «el siglo». Y a través de estas dos escalas integra lo derecho y lo torcido. Lo que aparece como torcido en un plano se revela también como derecho en otro nivel más expandido.
Esta es, por otra parte, la esencia del «dar sentido», es decir, describir un universo mayor en el que aquello que aparecía como meramente destructivo cobra un significado y una razón de ser dentro de un proceso evolutivo más amplio.
Revista Luz del Alma.

Perdonar...



Perdonar
Robin Casarjian


Razones para la amabilidadEl acto de perdonar nos exige reflexionar sobre conceptos elementales que posiblemente hemos dado por sentados o que jamás hemos puesto en duda. Si eres como la mayoría de las personas, tendrás cierta tendencia (a veces muy pronunciada) a juzgarte por un buen número de cosas: «¿Cómo pude pensar de esa manera?», «Tendría que estar dispuesta a perdonar», «¡Estoy enfadado y no quiero perdonar!».

Tal vez te sorprendas expresando juicios acerca de la rapidez o la coherencia con que eres capaz de integrar en tu vida la práctica del perdón. Quizá sientas que sencillamente eres incapaz de perdonar.

A medida que vayas trabajando con el perdón y haciendo los ejercicios de este libro, es importantísimo que tomes nota de tus pensamientos y reacciones «sin» juzgarlos. Si aparecen el temor, la autocrítica o las dudas, sé amable contigo. Estos sentimientos son una parte natural del proceso de curación. En realidad, ser amable con uno mismo es, de por sí, un gran acto de perdón para con uno mismo. Al margen de los pensamientos o sentimientos que surjan, afirma tu compromiso de tratarte con amabilidad.

Tal vez no sepas muy bien qué significa «ser amable con uno mismo». Pero proponte hacerlo de todas maneras. Pon algún recordatorio sencillo («Sé amable contigo mismo») en algún lugar de la casa, en la puerta de la nevera, por ejemplo, o en el coche, en cualquier sitio donde lo puedas ver a menudo. Cuando lo veas, reflexiona sobre lo que dice durante unos momentos. Tal vez tengas miedo de ser amable contigo porque piensas que eso va a reforzar algún «mal hábito», o un mal pensamiento. Ser amable con uno mismo no significa que no haya que poner esfuerzo y voluntad, ni que se justifiquen pensamientos o comportamientos que se consideran impropios, sino que se puede aprender sin necesidad de azotarse. La dureza con uno mismo alimenta un ciclo contraproducente que quita poder y favorece el sentimiento de culpabilidad y la falta de respeto por uno mismo. Lo creas o no, siempre, en todo momento, has hecho lo mejor que podías hacer dado el grado de amor o temor que sentías.

El Perdón: Puerta hacia la Paz mentalHay muchos modos de definir el perdón, porque el perdón es muchas cosas. Es una decisión, una actitud, un proceso y una forma de vida. Es algo que ofrecemos a otras personas y algo que aceptamos para nosotros.

El perdón es una decisión, la de ver más allá de los límites de la personalidad de otra persona, de sus miedos, idiosincrasias, neurosis y errores, la decisión de ver una esencia pura, no condicionada por historias personales, que tiene una capacidad ilimitada y siempre es digna de respeto y amor. El perdón es la elección de «ver la luz de la lámpara y no la pantalla», escribió el doctor Gerald Jampolsky, autor de muchos libros sobre el perdón. En realidad, cuando perdonamos, es posible que veamos la pantalla (identidades basadas o condicionadas por el miedo), pero la vemos en el contexto de la luz que ilumina el núcleo interior de cada uno de nosotros.

El perdón requiere que reconozcamos que si una persona actúa como un «pelmazo» o sin sensibilidad, hay constricción y miedo, implícitos en su comportamiento y sus actitudes. Aun cuando esto no resulte evidente para el ojo implacable, bajo esa conducta y esas actitudes hay una petición de respeto, reconocimiento y amor. Al principio se precisa bastante penetración para ver esa dinámica, porque estamos condicionados a considerar equivocada o estúpida a la otra persona, en lugar de verla como alguien que se siente constreñido y asustado. Sally, una de mis clientas, vivía de esa manera su relación con su padre. Durante su infancia y su adolescencia, él fue muy crítico y exigente con ella. Furiosa con él porque no le daba el amor que ella deseaba, le achacaba a él la responsabilidad de todos sus problemas. Convencida de que su padre nunca cambiaría, se conformó con seguir enfadada con él y mantenerse distanciada. Cuando aprendió cosas sobre el perdón, comprendió que la actitud crítica de su padre era consecuencia de sus inseguridades y del hecho de que sus propios padres siempre habían sido emocionalmente inasequibles para él. Comenzó a sentir compasión por él y a abandonar la costumbre de sentirse dolida por sus críticas y de enfadarse por sus actitudes agresivas e hirientes. Notó su dolor, y con constancia cada vez mayor, logró ver más allá de su comportamiento y le ofreció cariño y aceptación. Poco a poco él se fue suavizando con ella. Por primera vez en su vida, Sally sintió una conexión amorosa con su padre, quitándose de encima una carga que siempre había arrastrado.

El perdón es una actitud que supone estar dispuesto a aceptar la responsabilidad de las propias percepciones, comprendiendo que son opciones, no hechos objetivos. El perdón es una actitud que elige mirar a una persona que tal vez uno ha juzgado automáticamente y advertir que en realidad es algo más que la persona «espantosa» o insensible que vemos. Si alguien nos reprende o nos falta al respeto, la reacción condicionada podría ser sentirse herido, amenazado y furioso: «¿Cómo ha podido decirme eso?» o «¿Cómo se atreve a tratarme así?». Son reacciones naturales. Como comprobó Sally, hay respuestas alternativas que nos pueden proporcionar la claridad y conocimiento necesarios para evitar que las reacciones basadas en la ignorancia o el temor de otras personas nos provoquen rabia o una actitud defensiva.

Una consecuencia del hecho de comprender que las percepciones son una opción es que al cambiar las percepciones también cambian las reacciones emotivas. En lugar del hombre furioso que has visto que te atacaba hace cinco minutos, puedes ver ahora al niño pequeño frustrado y asustado. Con mucha frecuencia es el niño interior herido o asustado de la otra persona el responsable de su falta de delicadeza o de criterio maduro. Si en nuestra infancia se nos negó el amor, la comprensión y el consuelo que necesitábamos, cuando somos adultos vive en nosotros este niño interior herido. El niño herido continúa siendo una fuerza impulsora en la psique del adulto hasta que se lo reconoce y se lo sana. El perdón nos capacita para percibir, bajo ese comportamiento insensible, a este niño herido, los condicionamientos pasados y el grito pidiendo auxilio, amor y respeto.

El perdón es un proceso que nos exige cambiar nuestras percepciones una y otra vez. No es algo que suceda de una vez por todas. Nuestra visión habitual está obnubilada por los juicios y percepciones del pasado proyectados al presente. En esto las apariencias nos engañan con facilidad. Cuando elegimos cambiar nuestra perspectiva por una visión más profunda, más amplia y abarcadora, podemos reconocer y afirmar la mayor verdad de quiénes somos y quiénes son los demás. Como resultado de este cambio, de un modo natural surge una mayor comprensión y compasión por nosotros mismos y por los demás. Cada vez que hacemos este cambio, debilitamos el monopolio del ego sobre nuestras percepciones y nos capacitamos para dejar marchar, liberar y olvidar el pasado. El perdón suele experimentarse como un sentimiento de dicha, paz, amor y apertura del corazón, alivio, expansión, confianza, libertad, alegría y una sensación de estar haciendo lo correcto.

El perdón es una forma de vida que nos convierte gradualmente de víctimas de nuestras circunstancias en poderosos y amorosos cocreadores de nuestra realidad. En cuanto forma de vida, supone el compromiso de experimentar cada momento libre de percepciones pasadas, de ver cada instante como algo nuevo, con claridad y sin temor. Es la desaparición de las percepciones que obstaculizaban nuestra capacidad de amar. Hay muchas personas que cuando piensan en el perdón creen que es algo que ha de hacerse de situación en situación, de rabia en rabia, por así decirlo. Si bien en último término es esencial perdonar en cada momento determinado si deseamos ser libres, sanar y ser capaces de avanzar, en su sentido más amplio es una manera de relacionarnos que está siempre presente, clara, compasiva y comprensiva. El perdón nos enseña que podemos estar resueltamente en desacuerdo con alguien sin retirarle nuestro cariño. Nos lleva más allá de los temores y mecanismos de supervivencia propios de nuestro condicionamiento, hacia una visión valiente de verdad que nos ofrece un nuevo campo de elección y libertad en donde podemos descansar de nuestras luchas. Nos guía hacia donde la paz no es una desconocida. Nos da la posibilidad de saber cuál es nuestra verdadera fuerza.
Revista Luz del Alma.

Proposito de Vida


TIKÚN:
Propósito de Vida
Sabiduría de la Kabbalah


El propósito de nuestras vidas es transformarnos para poder recibir la verdadera satisfacción. Estamos en este mundo para alcanzar nuestro verdadero potencial y literalmente ser como Dios, con el compartir y dar como el fundamento de nuestro ser.

Sin embargo el proceso de auto-transformación no es algo que pasa en un nivel abstracto o teórico; más bien pasa entre nosotros y otras personas. Nuestras relaciones -especialmente con la gente que sentimos más cercana- son en verdad las oportunidades reales para emular la tolerancia, el compartir y el amor que son la esencia del Creador. Estas son las cualidades que nuestras relaciones nos pueden enseñar y estas son las cualidades que más debemos aprender si queremos cumplir el verdadero propósito de nuestras vidas.
Una vez que entendemos esto, vemos desde un nuevo ángulo todo lo que se lleva a cabo entre nosotros y otras personas. Enamorarnos -abriendo una gama infinita de emociones y de experiencias compartidas- se convierte en algo mucho más que sólo romántico y emocionante. En un nivel más profundo, al nivel de nuestras almas, nosotros estamos cambiando y creciendo. Estamos literalmente acercándonos a Dios, y al hacerlo estamos creando una apertura para la satisfacción que eso trae.

No sólo son los momentos felices que compartimos los que traen esta transformación, sino también los momentos difíciles o los puntos de conflictos; todas son oportunidades para traer cambios positivos. De hecho, los momentos más difíciles que compartimos con alguien son las verdaderas oportunidades que esa relación nos da. Lo que vemos como un problema en verdad es un regalo: una oportunidad de eliminar un obstáculo interno que está entre nosotros y la felicidad ilimitada que es nuestro verdadero destino.

Muy a menudo, nos enfocamos en encontrar esa ‘persona correcta’, de alguna manera encontrar ese ser humano que es uno en un millón, que cabe exactamente dentro de nuestra idea de lo que esperamos y necesitamos. Sin embargo, la Kabbalah enseña que esto es enfocarnos en el área incorrecta. Convertirnos en la persona correcta -no encontrarla- es la verdadera clave para tener buenas y amorosas relaciones. Lo que es más, las dificultades y desacuerdos son sin excepción oportunidades para que nosotros nos podamos convertir en esa persona: tomar completa responsabilidad, tanto a nivel práctico de cómo manejar conflictos, y en el nivel de cómo vemos nuestras vidas como un todo. Cuando apartamos nuestro enfoque de la necesidad de «ganar» y lo dirigimos a ayudar a los que queremos -especialmente cuando estamos enojados- el enojo se disipa inmediatamente. Esto no es un milagro; simplemente es como funcionan las cosas a nivel de energías positivas y negativas. Al igual que la oscuridad no puede coexistir con la luz, el conflicto no puede existir cuando tienes la intención verdadera de ayudar y compartir con los demás.

Si sigues experimentando los mismos problemas en tus relaciones una y otra vez, es porque no has visto de donde es que se origina el verdadero problema. Sigues esperando que otros cambien sin realmente corregir los aspectos de ti mismo que necesitan transformarse. Hacer esta corrección es un aspecto fundamental de nuestro trabajo espiritual. Hasta hay una palabra en hebreo para esto: tikún. Completar tu tikún es la razón por la cual tu alma está aquí en esta vida.

De hecho, los kabbalistas explican que las almas vienen a este mundo muchas veces para conseguir la corrección espiritual, y seguirán viniendo hasta que finalmente logren la corrección completa. Tus relaciones más cercanas son el lugar donde tu tikún puede completarse verdaderamente, donde no sólo encuentras a la persona que buscabas, sino que literalmente te transformas en la persona que estabas destinada a ser.
Dios creó el mundo, Dios hizo que existiéramos. Pero ahora nuestra tarea es la de convertirnos en causa bajo nuestro propio mérito: emular la esencia de compartir del Creador y de esta forma recibir la satisfacción que el Creador desea y tiene destinada para nosotros. Este es el conocimiento y la sabiduría que nuestras relaciones nos vienen a enseñar. Y esto es a lo que debemos abrir nuestros corazones a aprender.
Revista Luz del Alma.

La Maestrá del Amor...



La Maestría del Amor
Miguel Ruiz


Cobrar conciencia significa ser responsable de la propia vida. No eres responsable de lo que está sucediendo en el mundo. Eres responsable de ti mismo. No fuiste tú quien hizo el mundo tal como es; el mundo ya estaba como es ahora antes de que tú nacieses. No viniste aquí con la gran misión de salvar al mundo y de cambiar la sociedad, pero, indudablemente, viniste con una gran misión; una misión importante. La verdadera misión que tienes en la vida es hacerte feliz, y a fin de ser feliz, debes examinar tus creencias, la manera que tienes de juzgarte a ti mismo, tu victimismo.

Sé completamente sincero con respecto a tu felicidad. No proyectes una falsa impresión de felicidad diciéndole a todo el mundo: «Mírame. He triunfado en la vida, tengo todo lo que quiero, soy muy feliz», cuando en verdad no te gustas.

Todo está ahí para nosotros, pero lo primero que necesitamos es tener la valentía de abrir los ojos, de utilizar la verdad y de ver las cosas como son en realidad. Los seres humanos están muy ciegos y la razón de tanta ceguera es que no quieren ver. Por ejemplo: Una mujer joven conoce a un hombre y de inmediato siente una fuerte atracción hacia él. Tiene una subida de hormonas y lo único que quiere es a ese hombre. Todas sus amigas ven qué tipo de hombre es. Consume drogas, no trabaja, tiene todas las características que hacen sufrir tanto a las mujeres. Pero cuando ella lo mira, ¿qué es lo que ve? Sólo ve lo que quiere ver. Ve que es alto, guapo, fuerte, encantador. Se crea una imagen de él e intenta negar lo que no quiere ver. Se miente a sí misma. Realmente quiere creer que la relación funcionará. Las amigas le dicen: «Pero toma drogas, es un alcohólico, no trabaja». Y ella les contesta: «Sí, pero mi amor hará que cambie».
Su madre no soporta a ese hombre, claro, y lo mismo le sucede a su padre. Los dos están preocupados por ella porque ven a donde la va a llevar el camino que ha tomado. Le dicen: «No es un buen hombre». Pero ella les responde: «Me estáis diciendo lo que tengo que hacer». Se enfrenta a su madre y a su padre, hace caso de sus hormonas y se miente a sí misma en un intento de justificar su elección: «Es mi vida y voy a hacer con ella lo que quiera».
Meses más tarde, la relación la devuelve a la realidad. La verdad empieza a aflorar y ella le culpa a él por las cosas que no quiso ver anteriormente. No hay respeto, la maltrata, pero ahora, lo que más le importa es su orgullo. ¿Cómo va a volver a su casa y reconocer que su madre y su padre tenían razón? Con eso sólo conseguiría que se sintiesen satisfechos. ¿Cuánto le va a costar a esta mujer aprender la lección? ¿Cuánto se ama a sí misma? ¿Hasta qué punto se va a maltratar?

Todo ese sufrimiento se deriva de no querer ver, aun cuando las cosas se nos muestran claramente ante nuestros ojos. Por eso, cuando conocemos a alguien que intenta fingir que es mejor de lo que es, y que a pesar de haberse puesto esa falsa máscara, no puede ocultar su falta de amor, su falta de respeto, no queremos verlo ni oírlo. A eso se debe que un anciano profeta dijera una vez: «No hay hombre más ciego que el que no quiere ver. Y tampoco hombre más sordo que el que no quiere oír. Y no hay hombre más loco que el que no quiere comprender».

Estamos muy ciegos, lo estamos de verdad y lo acabamos pagando. Ahora bien, si llegamos a abrir los ojos y ver la vida tal y como es, seremos capaces de evitar mucho dolor emocional. Esto no significa que no nos arriesguemos. Estamos vivos y necesitamos arriesgarnos, y si fallamos, bueno, ¿qué pasa?, ¿a quién le importa? Da lo mismo. Aprendemos y seguimos adelante sin hacer juicios.

No necesitamos juzgar; no necesitamos culpar ni sentirnos culpables. Sólo necesitamos aceptar nuestra verdad y proponernos un nuevo principio. Si somos capaces de vernos a nosotros mismos tal y como somos, habremos dado el primer paso hacia nuestra propia aceptación, hasta anular el rechazo de uno mismo. Desde el mismo momento en que somos capaces de aceptarnos como somos, todos los cambios son posibles.

Todas las personas tienen un valor y la vida respeta ese valor. Pero ese valor no se mide en dólares ni en oro; se mide en amor. Más que eso, se mide en el amor hacia uno mismo. Tu valor viene dado por la cantidad de amor que te tienes a ti mismo y la vida respeta ese valor. Cuando te amas a ti mismo, tu valor es muy alto, lo cual significa que tu tolerancia frente a los maltratos que tú mismo te infliges es muy baja. Es muy baja porque te respetas. Te gustas tal y como eres y eso aumenta tu valor. Siempre que haya cosas en ti que no te gustan, tu valor será un poco más bajo.

En ocasiones, la autocrítica es tan fuerte que la gente necesita atontarse para poder estar consigo misma. Cuando no te gusta una persona, puedes apartarte de ella. Cuando no te gusta un grupo de gente, te puedes apartar de él. Pero si no te gustas a ti mismo, no importa a dónde vayas, siempre estarás ahí. Para evitar tu propia compañía necesitas tomar algo que te atonte, que aparte tu mente de ti. Quizás el alcohol te ayude. O quizás alguna droga. Puede que la comida: sólo comer, comer y comer. Pero el maltrato de uno mismo puede llegar a ser mucho peor que todo esto. Hay gente que realmente se odia a sí misma. Es autodestructiva, se mata poco a poco porque no tiene la suficiente valentía para hacerlo de golpe.

Si observas a las personas autodestructivas, verás que atraen a gente parecida. ¿Qué hacemos cuando no nos gustamos a nosotros mismos? Intentamos atontarnos con alcohol a fin de olvidar nuestro sufrimiento. Esa es la excusa que utilizamos. ¿Y adónde vamos para obtener alcohol? Vamos a un bar a beber, y una vez allí ¿adivina con quién nos encontramos? Con alguien igual que nosotros, alguien que también intenta evitarse a sí mismo y atontarse. Así pues, nos atontamos juntos, empezamos a hablar de nuestros sufrimientos y nos comprendemos muy bien. Hasta empezamos a disfrutarlo. La razón de que nuestro entendimiento mutuo sea tan perfecto es porque vibramos en la misma frecuencia. Ambos somos autodestructivos. Entonces yo te hago daño y tú me haces daño: una relación perfecta en el infierno.

¿Qué ocurre cuando cambias? Por la razón que sea, ya no necesitas el alcohol. Ahora te sientes bien cuando estás contigo mismo y realmente lo disfrutas. Ya has dejado la bebida, pero tienes los mismos amigos y todos beben. Se embriagan, empiezan a sentirse más felices, pero tú ves claramente que su felicidad no es real. Lo que llaman felicidad es una rebelión en contra de su propio dolor emocional. En esa «felicidad» están tan heridos que se divierten causando dolor a otras personas y a sí mismos.

Al final, te resulta imposible encajar en ese ambiente, y por supuesto, ellos se enfadan contigo porque advierten que han dejado de gustarte. «Oye, veo que me rechazas porque has dejado de beber conmigo, porque ya no nos emborrachamos juntos.» Ahora es el momento de hacer una elección: retroceder o bien avanzar hacia otra frecuencia distinta y conocer a aquellos que acabarán por aceptarse a sí mismos como lo estás haciendo tú. Por fin descubres que existe otro reino de realidad, una nueva manera de relacionarse y ya no aceptas determinados tipos de
Revista Luz del Alma.

El Apego...

EL APEGO

"La Vipassana. El Arte de la Meditación Budista"

William Hart

Hay varios tipos de apego. Tenemos en primer lugar el apego al hábito de buscar gratificación sensual. Un adicto se droga porque desea experimentar la sensación agradable que la droga le produce, a sabiendas de que haciéndolo refuerza su adicción. De la misma forma somos adictos a la condición de desear, tan pronto satisfacemos un deseo, generamos otro. El objeto es secundario, el hecho es que tratamos de mantenernos en un estado constante de deseo porque nos produce una sensación agradable que queremos prolongar. Desear se convierte en un hábito que no podemos romper, en una adicción, y de la misma manera que un toxicómano va desarrollando gradualmente tolerancia hacia la droga elegida y cada vez necesita una dosis mayor para intoxicarse, nuestros deseos se aprestan a robustecerse cuanto más tratamos de satisfacerlos. Así nunca ponemos fin al deseo, y, en tanto sigamos deseando, no podremos ser felices.

Otro gran apego es el «yo», el ego, la imagen que tenemos de nosotros mismos. Para cada uno, ese «yo» es la persona más importante del mundo. Nos comportamos como un imán rodeado de limaduras de hierro que automáticamente las ordenará en torno a sí mismo. Tratamos instintivamente, con la misma falta de reflexión, de ordenar el mundo con arreglos a nuestro gusto, buscando atraer lo agradable y repeler lo desagradable. Pero nadie está solo en el mundo, cada «yo» está abocado a entrar en conflicto con otro «yo». El modelo que cada cual intenta crear se ve perturbado por los campos magnéticos de los otros, e incluso nosotros mismos llegamos a convertirnos en objetos de atracción o repulsión. El resultado no puede ser otro que infelicidad, sufrimiento.

Además, no limitamos el apego al «yo», sino que lo ampliamos a lo «mío», a lo que nos pertenece. Todo el mundo desarrolla un gran apego a sus posesiones, porque las asocia consigo mismo, porque sustentan la imagen de su «yo». Este apego no nos causaría problemas si lo que llamamos «mío» fuese eterno y el «yo» durase eternamente para disfrutarlo. Pero lo cierto es que, tarde o temprano, el «yo» se separa de lo «mío»; ese momento no tiene más remedio que llegar y, cuando llegue, el sufrimiento será tanto más grande cuanto mayor sea el apego al «mío».
Pero el apego todavía va más lejos, se extiende a las opiniones y creencias. No importa cual sea su contenido, no importa si son correctas o erróneas, si estamos apegados a ellas, con toda certeza nos harán infelices. Todos estamos convencidos de que nuestro criterio y tradiciones son óptimos y nos sentimos trastornados cuando oímos que los critican. Nos trastornamos de nuevo si intentamos explicarlos y no nos los aceptan, pues no acertamos a reconocer que cada persona tiene sus propias creencias. Es de todo punto fútil discutir sobre qué opinión es la correcta, sería mucho más provechoso desechar todas las ideas preconcebidas y tratar de ver la realidad, pero nuestro apego a los puntos de vista nos impide hacerlo, manteniéndonos en un estado de infelicidad.

Nos queda, por último, el apego a los formalismos y ceremonias religiosas. Tenemos tendencia a enfatizar las expresiones externas de la religión en detrimento de su significado fundamental y a pensar que quien no realiza esas ceremonias no puede ser una persona verdaderamente religiosa. Olvidamos que, sin su esencia, el aspecto formal de la religión es una cáscara vacía. La piedad en los rezos o en la realización de ceremonias no tiene ningún valor si la mente sigue llena de ira, pasión y malevolencia. Para ser de verdad religiosos, debemos desarrollar el talante religioso: pureza de corazón, amor y compasión por todos. Pero nuestro apego a las formas externas de la religión nos lleva a conceder más importancia a la letra que al espíritu. Olvidamos la esencia de la religión y así seguimos siendo desgraciados.

Todos nuestros sufrimientos, sean cuales sean, van asociados a uno u otro de estos apegos.

Apego y sufrimiento van indisolublemente unidos.

Revista Luz del Alma.

Mensaje Osho...


RELACIONES:
Miseria amalgamada
OSHO


Mujer: Tengo miedo a la soledad. En este momento no me encuentro en ninguna relación, lo cual es algo que me gusta y a la vez no me gusta.

El tiempo en que podrás estar solo también vendrá, pero ese tiempo no ha llegado aún. Así que te guste o no, tendrás que estar con alguien. El estar solo es posible solamente cuando uno es realmente maduro, y no puede hacerse nada de inmediato para esa madurez. La madurez llega poco a poco, cuando vives con la gente y sufres y también disfrutas.
A través de tantas experiencias de relación, un día surge de la propia conciencia el que uno se basta solo; que no hay necesidad de depender de otros; que el estar solo no es una especie de espacio negativo sino una satisfacción profunda; que el estar solo es hermoso y que hay bendición en ello. Pero eso llega solamente después de que has pasado a través de muchos infiernos y purgatorios... sólo entonces. No puedes brincar al cielo; el camino al cielo es a través del infierno. Tienes que pasar por el infierno; esa es la escuela - te prepara para el cielo. Así que no tengas prisa; de lo contrario serás desdichado.

Es mejor relacionarse y ser desdichado, que ser miserable y estar solo. Esa es la única opción en este momento: desdichado solo o desdichados juntos. Pero cuando son desdichados juntos es mejor; ¡al menos puedes hacer responsable al otro!
Cuando estás completamente solo, ¿a dónde vas a echar la responsabilidad? Tú llevas toda la carga... ¡nadie siquiera para compartirla! Cuando eres desdichado con alguien puedes encontrar razones, explicaciones de por qué la desdicha está ahí. Cuando estás solo no hay razón ni causa, entonces la mente se siente muy muy vacía y la desdicha parece eterna.

En estos momentos elige esa desdicha, el otro tipo, que la gente llama relación. Es un mal necesario por el que hay que pasar. Y un día podrás ir más allá de ella, pero por ahora no ha llegado el momento. Cuando haya llegado no te sentirás desdichado en absoluto al estar solo, te sentirás en la cima del mundo. No hay alegría que se le compare. Ninguna relación puede traer esa alegría. Una relación siempre permanece como un fenómeno contradictorio: unos cuantos momentos de alegría y muchos más de desdicha. Ese es el precio que uno tiene que pagar por esos pocos momentos de alegría.

Pero si en estos momentos estás solo, aún esos pocos momentos no estarán ahí; será sólo desdicha y desdicha y uno se siente monótono. Cuando se está con alguien, al menos la desdicha cambia de color, configuración, forma. Por la mañana era una cosa, en la tarde es algo más. Es la misma desdicha, ¡pero cambia! Así que encuentra a un pobre muchacho. ¡Comienza a buscar!

Mesnajes Poderosos...

Por Anne Astilleros.

Soy un ser amable y lleno de ambición, soy una persona alegre. Me siento libre.

Reconozco mis errores para mejorar así mi forma de ser. De este modo, crecer y sentir paz me resulta más fácil porque es natural.

Me libero de mis resistencias y me abro a la aceptación de los acontecimientos que atraviesan mi cotidiano.

Me alegra el darme cuenta de que soy mi único maestro y creador de mi propia evolución en este planeta, por mucho que le agradezca a otros su sabiduría.

Creo una realidad sin adicciones o dependencias. Soy el único responsable de mi felicidad.

Le agradezco a mi cuerpo todas las experiencias que me permite vivir. Yo, le nutro y le cuido con mucho cariño.

Cuando mi cuerpo se enferma me detengo para entender cuál de mis comportamientos le está hiriendo y para entender, cuál es el mensaje que me está manifestando.

www.atreveteaserfeliz.com

Mensajes poderosos...

Por Anne Astilleros.

Creo espacio en mi mente para tomar las mejores decisiones en cada momento.

Respeto la sabiduría de los grandes maestros de este mundo, aunque, nada me parece más interesante que mi largo y propio camino, el que me queda por crear y recorrer al ritmo de mi propio entendimiento.

Me doy cuenta de que he sido, hasta hoy, la expresión de todas mis creencias. Elijo el perdón, pues él, es infinito e inmediatamente liberador.

Cuando siento amor por mí mismo/a, no juzgo cómo se comportan los demás. Me siento liberado/a del justiciero que muchas veces dejaba surgir de mi interior herido.

Me gusta sentir que mi autoestima, ya está lo suficiente sana, como para apreciarme a la hora de mirarme en el espejo. Soy quien soy, y amo a la persona en la que me convierto cada día.

El Amor puede con todo, sin hacer excepción del sufrimiento. Mirarme, ya no me causa ningún dolor, sino todo lo contrario, me siento agradecido/a por existir.

Me libero de mi exigencia implícita. Por fin, me autorizo a disfrutar de mi mismo/a, y de mi relación con los demás.

www.atreveteaserfeliz.com

La influencia de las casas astrológicas en tu Vida...

Las casas astrológicas tienen influencia sobre las situaciones de la vida, sobre la historia cambiante de las personas y se hallan fijas en el cosmos, en la esfera terrestre.

Son doce, igual número que los signos, y se complementan y oponen entre sí.

Algunos astrónomos actuales afirman que la división del Zodiaco en Casas resulta "un poco arbitraria" y existe más de una decena de maneras distintas para hacer el cálculo de las casas, según se empiece en la cúspide de la propia casa o, por el contrario, se tenga en cuenta sólo la zona de máxima influencia.

Para una correcta interpretación de las casas se hace necesario saber que, aunque su importancia es menor que la de los signos, también, como estos, se dividen en:

- Cardinales (Casa 1, 4, 8 y 10) están relacionadas con las facultades y actividades del sujeto y su medio social, familiar y privado.

- Fijas (Casa 2, 5, 7 y 11), tienen que ver con las aspiraciones, planes y propósitos del individuo y su respuesta ante los estímulos externos.

- Comunes (Casas 3, 6, 9 y 12), representan los logros culturales e intelectuales en grado sumo y el reconocimiento de las equivocaciones; su lema podría ser: rectificar es de sabios.

Otras divisiones de la astrología moderna utilizan como criterio para la clasificación la distinta intensidad de Sol en su recorrido intermitente por las diversas casas:

1- Alba (Casa 1 ), gran magnetismo, en el sentido de concienciarse.

2- Mediodía (Casa 10), gran magnetismo, poder psíquico y somático.

3- Crepúsculo (Casa 7), decaimiento de la atracción, fatiga.

4- Medianoche (Casa 4), ningún magnetismo, serenidad y calma.

Las casas no coinciden exactamente con los signos; esto siempre hay que tenerlo muy en cuenta. Sintéticamente los antiguos situaban:

Primera Casa: el ambiente de la niñez.

Segunda Casa: todo lo que tenía que ver con el dinero.

Tercera Casa: los hermanos y hermanas, viajes, arte, literatura.

Cuarta Casa: la intimidad del hogar, la senectud.

Quinta Casa: las relaciones afectivas, los descendientes.

Sexta Casa: lo relacionado con la salud.

Séptima Casa: todo lo referido al matrimonio y a los grupos sociales.

Octava Casa: representa la heredad y la muerte.

Novena Casa: indica religiosidad y deseo de viajar lejos.

Décima Casa: se refiere a las clases sociales y a la profesión.

Undécima Casa: expresa la amistad y el optimismo esperanzado.

Duodécima Casa: representa la miseria y el desafecto, también indica tristeza.

A los círculos que circunscribían estas casas, la astrología clásica los llamaba círculos de posición.

Los astrólogos modernos han ampliado estos conceptos de las casas del Zodiaco sensible y cualitativamente.

Hoy existen varios sistemas de "domificación"; el más usado es el de Placide. Partiendo de aquí se han confeccionado las "Tablas de Casas" de Raphael, que son las de uso más común.

www.enplenitud.com

Los Angeles nos acompañan...


Introducción -
Tres clases de ángeles :

Aunque no los veamos y creamos que es imposible comunicarnos con ellos, todo esto es posible, pues aunque no puedan intervenir en nuestras vidas sin nuestro permiso, podemos hacer todo lo necesario para que nos ayuden.
Ellos nos obedecen a todo y hacen lo posible para manifestar nuestros deseos, pero existe una ley de correspondencia que dice que si las cosas nos corresponden por ley las obtendremos.
Para hacernos correspondientes debemos hacer buenas obras, para ir acumulando más cosas en el Banco Universal.
TRES CLASES DE ANGELES
Los tronos que son los músicos están más cerca de Dios y nos ayudan más rápidos.
Ángel de la Guarda : Es el que nos protege y nos informa .
Ángel Guía es el que nos ayuda a crecer en espíritu. El que nos insita a hacer curso, a aprender a informarnos de los temas espirituales.
Ángel de la Ley el es que nos compara toda la vida y al final nos dice si aprendimos.

Consideraciones importantes:

Los ángeles solo nos dan información de amor, paz, felicidad, abundancia y salud. Cualquier otro mensaje proviene de un espíritu y no de un ángel y no debemos aceptarlo.

Podemos ver a los ángeles, pero si nos dan órdenes negativas, se trata de un espíritu.

Como ellos no tienen ego, no les importa que creamos que fue alguna persona que nos ayudó, pues ellos se pueden manifestar a través de otras personas.

Podemos llamar a cualquier ángel, no importa el nombre, pues los nombres se los pusieron en la tierra.

Comprometernos a dar el diezmo, pues somos los administradores de los bienes de Dios.

Primero debemos mirar si algún familiar necesita ayuda, después podemos dar a quien queramos cuando todos en casa hayan comido.

Cómo reconocer los mensajes de los ángeles?:

Debo abrir mi corazón y mi mente para poder recibir la información.

Todo lo que parece mágico, todo lo que no es providencial.

Una enfermedad me dice que debo descansar.

Un dolor de cabeza me dice que información no quiero aceptar.

Me duelen los pies. De pronto me están diciendo que por allí no más.

Cuando alguien es muy agresivo al manejar, puede tener un leve rayón en el carro, pues le están informando que si sigue así podrá tener un accidente.

Peticiones a los ángeles:

1. Debemos pedir primero cosas espirituales y luego las materiales

2. Hay que pedir concretamente. Ejemplo: Necesito tanto dinero para la pintura de mi casa, tanto para las brochas, tanto para el transporte, etc.

1. Cuando necesito ayuda, llamo al ángel correspondiente. Ejemplo: ángeles de la belleza ayúdenme a que me quede muy bien mi corte de cabello.

Ángeles de la mecánica necesito que me ayuden a arreglar esta plancha, etc.

Cuando se me dificulta hablar con alguien podemos pedir a nuestro ángel que se comunique con el ángel de fulano y le de nuestro mensaje.

Decretos:

Debemos cuidarnos mucho de las cosas que decretamos, pues si decimos hoy todo me sale mal, así será pues eso fue lo que decretó. Usted puede crear sus propios decretos.

Algunos decretos serían:

1. La vida es perfecta, todo me sale bien.

2. Yo decreto, me doy la orden de que voy a terminar mi carrera, de que voy a trabajar en un excelente empleo, etc.

3. Decreto que mi vida será amorosa de ahora en adelante

4. Yo no tengo enemigos y voy a querer a fulano (a), pues el el reflejo de algo malo que hay en mí y por eso me molesta.

Consejos para comunicarnos con los ángeles:

Debemos elevar nuestra energíaNo decir nada negativoAmar a mis semejantesNo hablar mal de nadieAmar a mis enemigosTratar de vivir siempre en paz y armonía con todo el universo

Para comunicarnos con ellos debemos subir nuestra energía, esto lo podemos hacer con una buena alimentación:

Que sea liviana.

Mientras menos carne roja comamos, mejor, pues con ella se come la adrenalina y la angustia del animal..

Debemos dar gracias a la comida mentalmente, decirle te doy gracias porque me diste parte de ti para que yo me alimente.

Con todo cariño, Alicia
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