Orar por otros
Comparto un vínculo espiritual con Dios y con toda la humanidad.
Es imposible orar por una persona sin orar por todas. Cada vez que un corazón es elevado, todos los corazones del mundo son elevados. Cada vez que una vida es bendecida, toda vida es bendecida.
En la presencia de Dios, orando en el silencio, me doy cuenta de esta verdad acerca de mí y de quienes mantengo en oración. Al mismo tiempo, refuerzo esta certeza para toda la humanidad.
Al orar por la protección de un ser querido, todas las personas en peligro son envueltas en oración. Al afirmar el amor de Dios en mi corazón y soltar todo aquello que no demuestre amor, el mundo se torna más afable. Cuando me siento a tono con la vida y en paz, ayudo a toda alma inquieta a encontrar sosiego.
Y yo, cuando sea levantado de la tierra, a todos atraeré a mí mismo.—Juan 12:32
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