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viernes, 17 de octubre de 2008

Swami Sivananda...



Swami Sivananda
India, 1887-1963


La materia y el espíritu
El universo entero es el cuerpo de Dios. Todo este mundo es Dios o el macrocosmos (Virat Suarupa). Éste no es un mundo de materia inerte, sino que es una Presencia viva. Es una manifestación del espíritu.

El error fundamental de todas las épocas ha sido creer que el mundo espiritual y el material estaban separados. El espíritu y la materia no son distintos ni separables.

La materia es el Espíritu percibido a través de los sentidos. La materia es el Espíritu manifestado. Es el Espíritu en movimiento. Es el poder del Señor. Es el aspecto dinámico del Señor estático. El mundo es una expresión de Brahman, o lo Absoluto.

Este mundo es una sombra de Brahman. Es la abundancia de la dicha de Brahman. Es una emanación, una manifestación, un reflejo de Dios. El mundo abunda con el esplendor, la gloria y la grandeza de Dios.

Dios es la luz única que brilla en las distintas formas. Es la voz única que habla en los diversos idiomas. Es la vida única que vibra en cada átomo del universo.

Dios lo llena todo. Todas las cosas Lo contienen plena e igualmente. El mundo es un juego de Dios. Dios es la trama o la urdimbre que conforma este mundo.

De igual modo que no hay diferencia entre el oro y el ornamento, no existe diferencia entre Dios y el universo. Dios es quien paladea, siendo, a la vez, Él mismo lo saboreado.

El mundo no es distinto de Dios. Éste se halla dentro y fuera de todas las cosas. No hay lugar en que no esté. Todo es Dios y nada existe sino Él.


¿Es el mundo irreal?
En realidad, el mundo no existe. Es una mera apariencia, como la cuerda confundida en la oscuridad con una serpiente. Todos los nombres y formas son irreales, como una sombra, o como el agua en el espejo, o como el azul del cielo.

La irrealidad del mundo es lo verdadero en último análisis. Sin embargo, desde el punto de vista de la existencia relativa, uno no puede negarlo. Desde el punto de vista empírico, parece bastante real.

Este mundo no es absolutamente irreal, puesto que lo experimentas y lo sientes. Tampoco es absolutamente real, puesto que se desvanece al alcanzar la sabiduría.

¿Para quién y cuándo es este mundo irreal? Sólo lo es para el sabio liberado. Pero es una realidad sólida para el hombre mundano. Sólo cuando te despiertas te parece el sueno irreal; pues mientras sueñas, te parece bastante real.

¿En qué sentido es este mundo irreal? ¿Lo es como el cuerno de una yegua, o corno el hijo de una mujer estéril, o como el loto en el cielo? No, sólo que no es tan sólido o real como Brahman. Comparado con Él, es irreal. Es una mera apariencia.

La creación es la apariencia del Señor, quien es uno, corno lo múltiple. El Atman, que es único e inmutable por naturaleza, parece haber asumido incontables formas. Brahman, o lo Absoluto, Se manifiesta como el universo a través de las formas.


El enigma del mal
Este mundo es la revelación de Dios. Su dicha o felicidad asume todas estas formas.
Toda vida es igual. El corazón universal late hasta en la más minúscula manifestación de vida. El Señor alienta en toda vida.

De igual modo que un solo hilo penetra y reúne a todas las flores que forman la guirnalda, un mismo Ser penetra e impregna, asimismo, todos los seres seres vivos. Contempla a este Ser único en todo. Sirve a todos. Ama a todos. Sé amable hacia todos. Abandona la idea de la diversidad.

El mundo no es bueno ni malo. Sólo la mente crea el bien y el mal. Sólo el pensamiento diferencia.

Para el bueno, el mundo está lleno de bondad. Para el malvado, el mundo está lleno de maldad.

El mal no está en el mundo; sólo existe en la mente. El hombre ve tan sólo el reflejo de su propia mente. Si te vuelves perfecto, el mundo te parecerá bueno.

Contempla siempre al Señor en todo. No verás entonces ningún mal. Verás el bien en todo y hallarás la paz.


La unidad de la existencia
Una misma Alma mora en todas las cosas. Hay una sola humanidad. Hay una sola fraternidad. Hay un solo Atman. Nadie es superior ni inferior. Todos somos iguales, Las distinciones son vanas. Las barreras, creadas por el hombre deberían ser destruidas sin piedad. Sólo entonces habrá paz en este mundo.

Existe una única casta, la humanidad. Existe una religión única, la del amor. Existe un único mandamiento, el de la veracidad. Existe una ley única, la de causa y efecto. Existe un único Dios, el Señor omnipresente, omnipotente y omnisciente. Existe una única lengua la del corazón o del silencio.

Toda vida es una. El mundo es un solo hogar. Todos somos miembros de una sola familia humana. La creación entera es un todo orgánico. Ningún hombre es independiente de ese todo. El hombre se hace a si mismo miserable al separarse de los demás. La separación es muerte. La unidad es la vida eterna. Cultiva el amor cósmico. Inclúyelo todo. Abrázalo todo. Reconoce el valor de los demás. Destruye todas las barreras y todos los prejuicios raciales, religiosos y naturales que separan a los hombres entre sí. Reconoce el principio no dual, la esencia inmortal presente en todas las criaturas. Protege a los animales. Considera toda vida como sagrada. Este mundo te parecerá entonces un paraíso de belleza, un cielo de paz y tranquilidad.

Si un mismo Atman mora en todos los seres, ¿por qué odias a otros? ¿Por qué desprecias y te burlas de los demás? ¿Por qué les dices palabras tan duras? ¿Por qué tratas de controlar y dominar a los demás? ¿Por qué explotas a otros? ¿Por qué eres intolerante? ¿No es acaso todo esto muestra de tu propia necedad? ¿No es acaso todo esto muestra de tu propia ignorancia?

Aprende a vivir como miembro de una única familia. Defiende el ideal de una sola humanidad. Vive en paz en un mundo unido. Todos somos hijos de Dios. El mundo entero es la sola familia de Dios. Siente esto. Entiéndelo y sé feliz.

Contempla al Uno en todo y al todo en Uno. Siente: «Soy todo y estoy en todo.» Siente: «Todos los cuerpos son míos. El mundo entero es mi cuerpo y mi dulce hogar.» Siente: «Actúo a través de todas las manos. Como a través de todas las bocas.» Siente: «Soy el Ser inmortal, presente en todas las cosas.» Repite estas frases mentalmente varias veces al día. Repite Om mentalmente y siente la unidad de la vida o de la consciencia mientras juegues al fútbol o al tenis, mientras comas o bebas, mientras hables o cantes, mientras camines o te sientes, mientras te bañes o te vistas, mientras escribas una carta, mientras trabajes en la oficina, mientras respondas a la llamada de la naturaleza. Espiritualiza. Cada movimiento, acción, pensamiento y sentimiento, y conviértelos en Yoga.


El Yoga y la práctica de la religión
El Yoga es un esfuerzo consciente y prolongado hacia la autoperfección. El propósito del Yoga es aquietar la mente para que ésta pueda reflejar sin ninguna distorsión al Atman que se halla detrás de ella.

Refrena los sentidos. Controla la mente. Medita regularmente. Sé un Yogui. Vive la vida yóguica y propaga esta gran doctrina.

Has olvidado buscar en tu interior, observar tú interior, analizar tu interior, concentrarte y meditar, y por ello eres ignorante y estás perdido en la oscuridad.

Observa tu interior. Busca dentro de ti mismo. Trata de eliminar tus defectos. Éste es el verdadero Sádhana, o práctica espiritual. Éste es el Sádhana más difícil. Pero tendrás que llevarlo a cabo a toda costa. El desarrollo intelectual no sirve de nada; es más fácil.
Siéntate en la Biblioteca Nacional durante tres o seis años, dedicándote a estudiar un diccionario. Podrás desarrollar así tu intelecto. Sin embargo, la aniquilación de los defectos propios requiere un gran esfuerzo durante muchos años. Para ello hay que eliminar muchos hábitos negativos.

Hay grandes oradores que pueden dar conferencias durante una semana entera acerca de un solo párrafo, o Sloka, del Guita o de los Upanishads. Imponen respeto, pero no atraen al público, porque aún están llenos de defectos. No han llevado a cabo ninguna introspección. No han realizado ningún Sádhana riguroso para aniquilar sus defectos. Sólo han cultivado su intelecto. ¡Qué gran lástima!

La verdadera religión comienza donde cesa el intelecto. Un corazón impuro y un intelecto engreído no pueden entender el espíritu de la religión.

La religión es una manifestación del resplandor eterno del Espíritu en el interior del hombre. El principal propósito de la religión es el cultivo de la divinidad que existe en el interior del hombre.

La oración y la meditación son los grandes pilares de la religión. La vida de servicio desinteresado y de sacrificio, acompañados de oración y meditación diarias, constituye la forma más elevada de religión.

La práctica de la religión es la práctica de la rectitud, la bondad, la justicia, la veracidad, el amor y la pureza. El hombre recto es el hombre verdaderamente religioso.

Las notas más sobresalientes de la religión son: Sé bueno. Haz el bien. Sé puro. Sé amable. Sé compasivo. Sirve a todos. Ama a todos. Ve a Dios en todo.

Sólo la práctica de estos preceptos despertará al hombre a la consciencia de la unidad de la existencia y a la realización del Espíritu Divino que se halla dentro y fuera de todas las cosas.

La religión es la vida. La vida es sacrificio. Uno puede realizar meticulosamente los ritos religiosos y ser, sin embargo, antirreligioso en su corazón y en su conducta. La religión ha de ser una experiencia viva en la vida del hombre.

La religión hay que vivirla, no hablar acerca de ella ni demostrarla. La verdadera religión es la del corazón. Éste ha de ser purificado primero.

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