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viernes, 20 de febrero de 2009

Revista Luz del Alma...

Afinación de la Conciencia


Sabiduría de la Kabbalah

www.kabbalah.com

 

Durante mi infancia, mi padre me contó una historia que aprendió de su maestro, Rav Brandwein, acerca de cómo manejar situaciones que parecen difíciles o problemáticas.


La historia cuenta que un terrateniente que vivía en Rusia tuvo que ausentarse por algunas semanas y le ordenó a su ayudante encargado que se asegurara de que todo funcionara sin problemas durante su ausencia. Cuando el terrateniente partió, todos los trabajadores se agruparon y rodearon al encargado, dándole al menos diez palizas diarias. El encargado llegaba a casa cada noche lleno de cardenales y con lágrimas en los ojos. Su esposa le consolaba y le recordaba que necesitaban el dinero para vivir.


Pasaron tres semanas y el terrateniente volvió. Al ver el cuerpo amoratado del encargado, le preguntó cómo había llegado a aquel estado, y él le explicó todo lo que había sucedido desde su partida. El terrateniente investigó y averiguó que la historia era verdadera, por lo que ordenó a su tesorero que le diera al encargado una moneda de oro por cada golpe que había recibido durante su ausencia.


Con este dinero, el encargado no tenía la obligación de trabajar más; podía dejar su empleo con el terrateniente y, por consiguiente, librarse de los problemas con los trabajadores.


Cuando el encargado recibió las monedas de oro, volvió a casa con lágrimas en los ojos. Su esposa, cuando le vio, le preguntó apenada si aquellos rufianes le habían vuelto a dar otra paliza.


“No”, dijo, “el terrateniente ha vuelto hoy, y al ver mi cuerpo lleno de cardenales me ha preguntado qué había sucedido. Yo se lo he explicado todo, y le ha entristecido tanto que ha ordenado a su tesorero que me entregara una moneda de oro por cada golpe que había en mi cuerpo. Aquí están las monedas. Con esto tendremos suficiente para vivir sin necesidad de que nunca más tenga que trabajar”.


Su esposa le preguntó por qué estaba llorando en lugar de sentirse feliz. El encargado replicó con lágrimas en sus ojos: “No lo entiendes. Estoy triste porque no he recibido el doble o el triple de palizas. ¡Entonces el terrateniente me hubiera dado el doble o el triple de monedas!”.


Aquellos de nosotros que buscamos el camino espiritual en la vida debemos pensar de esta forma. Debemos recordar que los problemas y las dificultades que parecen perturbarnos son sólo para nuestro propio beneficio.


Cuando aprendemos a ver esto mientras está sucediendo, entonces, igual que el encargado, aprenderemos a no tener miedo al dolor y a ver las bendiciones que contiene.


Todo lo mejor, 
Yehudá

 

 


Secuencia de los 72 Nombres conectada a esta semana

 


      
          

Este Nombre eleva mi conciencia sobre los efectos que a largo plazo tienen todas mis acciones.
Veo el cuadro completo de los retos espirituales en todo momento, antes de que puedan convertirse en el fundamento del caos y de la crisis. 


 

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