¿Es Posible Cambiar?
por Hortensia Galvis
Cuando afirmas ¡así soy yo! te reconoces como una expresión de vida con características estables y firmes. Pero, si miras un poco más de cerca, observarás que aquello que defines como tu identidad se asemeja más a una grabación prefabricada, que ni siquiera es tuya.
Dices ¡así soy yo! y te refieres a las creencias que te inculcaron tus padres, al implante cerebral que te hicieron las estructuras sociales y religiosas vigentes, a las huellas indelebles dejadas por la educación que recibiste y a las impresiones que te han marcado desde que estabas en el vientre de tu madre.
¡Tu ego, como entidad, no existe! Tu personalidad se construyó mediante la imitación y la repetición de interpretaciones y hábitos de otros seres, que vivieron a tu alrededor y plasmaron su colección de miedos, juicios y expectativas en el disco duro de tu dócil memoria. ¿Cómo puedes decir entonces que no es posible cambiar lo que en resumidas cuentas es postizo?
Cada mañana miras tu propia imagen en el espejo y la figura que ves te parece permanente. ¡Pero no lo es! Internamente, a niveles moleculares, existe renovación constante, hay unas células que mueren y otras que nacen. Todo en tu ser es cambio en acción: tu corazón bombea sangre nueva, los pulmones reciben cada momento un nuevo aliento. Vida es equivalente a continuo movimiento, mientras que quietud e inacción son características de muerte. ¿Cómo puedes entonces pretender que no haya cambios?
Cuando no fluyes con el cambio, corres el riesgo de congelarte dentro de un sistema de creencias y atrincherarte en la cruzada de hacer prevalecer lo conocido. Pero, el universo tiene otros planes, en el momento en que te encuentres estancado, se encargará de provocar una crisis para romper tus viejas estructuras y forzarte a avanzar más allá de ti mismo. Crisis significa reajuste, encontrar nuevas formas de percibir, y revaluar los hábitos. Si estás atrapado en condiciones internas o externas que no quieres ver, o en conflictos que no estás interesado en resolver, entonces el único camino abierto para que despiertes es mediante una crisis. Cuando el evento más inesperado haga impacto en tu vida, el golpe te obligará a cuestionar actitudes y a trazar objetivos diferentes. Te dará el impulso adecuado para descontinuar las viejas formas de operar y crear otras nuevas más armónicas.
Las crisis, igual que las enfermedades, pueden ser evitadas, si estamos enfocados en prevenirlas. Cuando la primera manifestación de negatividad sale a superficie, sea por el deterioro de una relación cercana, una enfermedad, o por dificultades económicas, o profesionales, entonces ¡ojo!, ya has recibido la primera señal de que tomaste la ruta equivocada. Busca en tu interior qué es lo que asumes como cierto y no lo es, porque toda experiencia dolorosa es el producto de un pensamiento distorsionado. Revisa actitudes, y establece nuevas prioridades. Es entonces cuando debes preguntarte: ¿Qué es aquello que debo corregir en mí mismo? Ten en cuenta que todos los bloqueos interiores generan bloqueos exteriores, que se manifiestan como: oposición, obstáculos, choques y conflictos.
Cuando sientas un deseo genuino de cambiar, toma en cuenta que este surge desde lo más profundo de tu ser. Si tienes la humildad de reconocer lo que verdaderamente eres, sin caretas, ni excusas, y sobre todo sin culpar a los demás por tus reveces, formarás el primer eslabón de tu cadena ascendente. La tarea, que para ti comienza, es la de la transformación de ti mismo. Seguramente fallarás en tus primeros intentos, porque, igual que un niño, necesitas repetir la misma lección innumerables veces antes de poder asimilarla. Pero una experiencia vale más que mil palabras, aprendes por “error, corrección y acierto”. El cambio positivo se dará cuando llegues a desearlo con todo tu ser, y aceptes las vivencias de cada día como tu entrenamiento.
El Verdadero Significado de tus Obstáculos
por Leo Alcalá
Todos los tenemos. Nadie escapa de ellos. Toda historia de éxito los contiene. Y las de fracaso, también. Pero en el manejo de éstos es donde se define la victoria o la derrota.
Hay quienes creen que su existencia significa que no deben seguir. Hay quienes se pierden en el juego y confunden su significado.
Sólo quienes comprenden el propósito de éstos, manifiestan la “alquimia” transformando lo que para la mayoría es una adversidad, en lo que para los que triunfan es una oportunidad.
Obstáculos... Problemas... Desafíos... Retos... Adversidad... Crisis...
¿Por qué? “¿Por qué a mí?”, dicen algunos.
Entender las razones y las causas de que algo se manifieste en tu vida es útil si esa búsqueda se convierte en claridad y cambio. Claridad para marcar mejor tu rumbo y cambio para ser más eficaz en el logro de lo que buscas.
Pero la mayoría de la gente, cuando se pregunta el por qué de sus tribulaciones, se queda atrapada en la culpa. O cuando menos, en la sensación de una autoestima debilitada por la realidad del momento.
Antes que buscar el por qué, es de mayor valor explorar el para qué.
Más que la razón, es una cuestión de propósito. ¿Cuál es el propósito de los obstáculos? ¿Para qué sirven?
Algunos te dirán que es para que abandones el camino. Argumentarán que las barreras son una indicación de que por ahí no es el camino. Los más negativos, dirán que los fracasos son muestra de que no tienes con qué.
Pero, ¿quiénes hablan así? Los que no han logrado sus sueños. Los que se han quedado atrás. Quienes se han conformado con una pálida versión de lo que una vez creyeron que era posible.
Pregúntale a alguien que está viviendo su vida plenamente. Interroga al que ha triunfado.
Pide consejo al que está del otro lado del fracaso. Explora qué piensa el que exuda plenitud. Te dirán algo totalmente diferente.
Te entregarán un significado, un entendimiento sobre lo que significa un obstáculo, que es opuesto al de la mayoría.
Y no en vano lo han logrado. No por casualidad son quienes son. Palabras más, palabras menos, te dirán lo siguiente:
Los obstáculos no están ahí para impedirte lograr lo que quieres. Las barreras aparecen en tu camino para darte la chance de mostrar cuán intensamente quieres lo que deseas. Si no entiendes esto, al buscar entender el por qué algo sucedió te enredarás en la culpa y se debilitará tu determinación a lograrlo.
Es cuando comprendes que las barreras, los obstáculos, las adversidades, los desafíos y los problemas no están ahí para frenarte, sino para que decidas qué tanto lo quieres y fortalezcas tu carácter, podrás indagar en las causas con el entusiasmo por encontrar la próxima clave que te permitirá llegar más allá.
Los obstáculos no existen para frenar a quienes realmente están comprometidos con su éxito. Están ahí para detener a todos los demás. Ante las circunstancias negativas en las que te puedas encontrar, recuerda esto: ellas también pasarán.Así como ha sido todo en tu vida. Llegará en momento en que no estarán. Son circunstancias. Son eventos. Son etapas y estaciones.
Te toca a ti decidir si tu compromiso con lo que quieres es tan transitorio como el problema del momento, o si es ahora la oportunidad para conectarte con tu fuerza interna y avanzar. Porque el éxito está lleno de obstáculos, de caídas, de tropiezos y equivocaciones. Quienes lo conquistan no son perfectos. No son inmunes. Son simplemente seres de carne y hueso que deciden, ante cada nuevo desafío, perseverar. Una y otra vez.
Personas, como tú, que eligen entender que cada obstáculo es una oportunidad para renovar y reforzar su fe, su determinación y su convicción puesta en acción por mejores posibilidades.
¿Cuál es el verdadero significado de tus obstáculos? El que tú decidas. En ti está relacionarte con lo que te sucede de manera potenciadora. De ti depende aprovechar las circunstancias para definir tu fe y poner tu determinación en acción.
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