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miércoles, 13 de mayo de 2009

Buena voluntad frente a obstinación


Paul Ferrini

 

 

La Gracia no es algo que sea posible manipular para que esté presente. Si intentamos forzarla, aunque sea mediante la utilización de técnicas respetuosas como la oración y las afirmaciones, no aparecerá. La Gracia no acontece a través de nuestra obstinación sino a través de la buena voluntad.

 

Cuando intentamos conseguir que pase algo -no importa lo que sea-, nos percibimos como seres necesitados o con estados carenciales, y sentimos que, si no logramos lo que queremos, no seremos felices. Esta actitud nos garantiza la desdicha, ya que siempre que condicionamos nuestra felicidad a la consecución de alguna cosa o la buscamos en el futuro, nos sentimos decepcionados.


Por el contrario, cuando somos felices sin exigir un determinado resultado en el futuro, no establecemos las condiciones para sentimos decepciona dos, y cuando aquello que nos gustaría que pasara no sucede, sabemos que encontraremos nuestra felicidad en «lo que es». Nos sentimos felices de actuar de este modo, porque forma parte de nuestra práctica espiritual.


Invertimos nuestra energía principalmente en trabajar el presente, en lo que ya existe en nuestras vidas. Y lo hacemos liberando nuestras ataduras -positivas o negativas-, con respecto a lo que ocurrió en el pasado y permaneciendo abiertos a las posibilidades que nos brinda el futuro. Estar abierto significa que quizá tengamos algunas ideas sobre cómo nos gustaría que fuese el futuro, aunque esta mos dispuestos a mantenernos en él sea como sea.

 

Descubrimos que no siempre sabemos lo que es mejor para nosotros, por lo que cuando pedimos lo que queremos, incluimos las siguientes palabras en nuestra petición: «Si es para el mayor bien de todos los involucrados». Lo que este acto de humildad expresa es: «Sé que el universo hará lo más apropiado».


Cuando ocurre algo que a mi entender no es apropiado, me siento infeliz o me cuestiono mis percepciones y aprendo a ver las cosas de otra manera. Escojo entre sentirme desilusionado, rechazado y castigado o aceptar el desafío para aprender y crecer.


Cuando sé que todo lo que me sucede en la vida es perfecto, aunque en ese momento no sepa todavía cómo, encuentro la paz absoluta. Por eso mismo, debo hacer de la aceptación una práctica espiritual constante.

 

Buena parte del pensamiento mágico, envuelto en una vestidura espiritual, no es ni espiritual ni mágico. Acostumbra a colocar el carro delante del caballo. Dice: «Seré feliz si... pasa esto y lo otro». Lo que enfatiza es siempre «esto y lo otro» y no en ser feliz ahora. Cuando puedo ser feliz ahora, «esto y lo otro» ya no vienen al caso.


Estar presente y aceptar cada momento es la base de toda práctica espiritual genuina. No importa que sea cristiana, budista, judía, hindú o musulmana. La felicidad del momento, la aceptación del momento y el amor del momento, junto con la paz y la amabilidad, son los frutos de nuestra práctica espiritual.

 

Sin embargo, el dictamen de ego y del mundo es: «Sería feliz ahora si pudiese tener ..............................». Tú mismo puedes completar la frase. Frente a este dictamen, la voz del Espíritu pregunta: -«¿Por qué no ser felices ahora y confiar en que la Realidad se revelará como sólo ella sabe hacerlo?». Cuando oímos la voz del Espíritu, aprendemos a poner el caballo delante para que pueda tirar del carro.

 

Cuando estamos contentos entramos inmediatamente dentro del plan divino que sólo pretende nuestra felicidad y la de los demás. 


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