Origen De Hadas Y Duendes
Creencias tradicionales de carácter folklórico confiaron desde temprano en la existencia de duendes y hadas, aunque no siempre les atribuyeron un origen definido. Las explicaciones variaron cultural, regional y epocalmente.
Una creencia popular sostiene que las hadas son mujeres difuntas, es decir: fantasmas.
Para la alquimia, fueron consideradas parientes de los gnomos y de las sílfides. El folklore sostiene que muchos duendes son “criaturas del aire”. Una tercera opinión los considera ángeles pecadores: cuando los ángeles se rebelaron, Dios ordenó que las puertas del Cielo se cerraran. Quienes quedaron dentro se convirtieron en ángeles, quienes estaban en el Infierno se transformaron en demonios, y aquellos que quedaron atrapados en la tierra son duendes y hadas
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Una cuarta postura cree que los duendes son espíritus de una familia amigable. Un relato folklórico de origen escandinavo cuenta que una mujer buscó en vano a sus hijos por todos los rincones pero jamás los halló, porque se habían convertido en fantasmas escondidos: los famosos duendes.
Etimológicamente, “duende” proviene de duen de casa, es decir: dueño de la casa. Según la RAE, se trata de un espíritu fantástico que habita en algunas casas y travesea, causando trastornos y estruendo en ellas. En las narraciones tradicionales, suele aparecer bajo la figura de viejo o de niño.
En tanto el vocablo “hada” proviene del latín fata, y del vulgarismo fatum, que quiere decir “hado”. Se trata de un ser fantástico que suele representarse bajo la forma de mujer, a quien se atribuye poderes mágicos y el don de adivinar el futuro. Además, a cada una de las tres parcas se las conoce como “hadas”.
Los duendes también tienen habilidades para la adivinación, el esoterismo y las ciencias ocultas. Pero se afirma que sus hechizos son ineficaces contra alguien que posea un trébol de cuatro hojas.
También se afirma que el método más efectivo para ahuyentarlos es mostrarles una imagen de San Patricio, el santo patrón de Irlanda, ya que fue él quien los desterró de la casa de Dios.
El día de este santo, celebrado el 17 de marzo, se conoce como la ocasión ideal para que todos los duendes y demás criaturas fantásticas salgan de sus escondrijos para hacer travesuras y sembrar calamidades por doquier.
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